La crisis climática provoca escasez de agua, con efectos sociales y económicos significativos. Esto impulsa la necesidad de encontrar soluciones resilientes para mitigar los impactos en la región.
La agricultura utiliza
el 72% del agua dulce (UN-Water, 2021) y tenemos la oportunidad
de innovar en la seguridad hídrica.
Proteger las cuencas hídricas es clave para la seguridad alimentaria y la seguridad hídrica.