La empresa argentina Kilimo usa imágenes satelitales y datos meteorológicos para indicar a los agricultores cuánta agua regar a sus cultivos. Se ha aliado con Microsoft y ha sido reconocida en Davos.
Tatiana Malvasio y Jairo Trad muestran el funcionamiento de la plataforma Kilimo, en Argentina.
Para Jairo Trad, implementar la tecnología en el mundo rural es algo más que llevar un dispositivo y dejarlo abandonado. Eso fue, precisamente, lo que le motivó a fundar junto a otros colegas la empresa argentina Kilimo, de la que también es CEO, y en la que usan imágenes satelitales y datos meteorológicos locales para poder decirles a los agricultores de Latinoamérica exactamente cuánta agua deben rociarle a sus cultivos y que no la desperdicien.
Tras hacer estos cálculos y por medio de una app, los clientes de Kilimo reciben un mensaje en el que les dicen puntualmente cuántos milímetros de agua regar para que no se excedan ni en una gota. “En la amplia mayoría de casos, los agricultores usan hasta un 20% más de agua por mes de lo que el cultivo necesita”, cuenta Trad. Lo que les da Kilimo es el conocimiento de cuál es la medida óptima.
Solo con cifras de 300 clientes que representan hasta 2.000 productores, la empresa ha logrado ahorrar 50.000 millones de litros de agua, lo que, según Trad, “equivale a un número similar al agua que usan un millón y medio de personas por año”. “Se puede ver cómo con poco se ha logrado mucho”, señala. Así, de la mano de los agricultores, han ido expandiendo y recuperando cuencas hídricas no solo en Argentina, sino en México, Chile, Perú, Uruguay y Estados Unidos. Han impactado por medio del ahorro de agua más de 44 tipos de cultivos, incluidos el de maíz, la soja, el trigo y el aguacate, uno de los que se caracteriza por consumir más agua.
“Aunque depende del lugar, en los países en vías de desarrollo se estima que la agricultura utiliza el 80% del agua. Así que, si queremos gestionar esta crisis y adaptarla al cambio climático, el agro es el sector en el que hay que hacer algo”, agrega.
El mercado del ahorro de agua
Una de las primeras cuencas a las que llegó Kilimo fue la de Maipo, en Santiago de Chile. Se trata de una fuente hídrica clave para la ciudad, pero también una de las más estresadas del país. Al régimen de lluvia, que ha disminuido alrededor del 50%, también se sumó que la cuenca suele recargarse de la nieve de los Andes, que cada vez se contrae más por el cambio climático. Maipo, como muchas otras, estaba pidiendo auxilio.
Allí, además de los agricultores, Kilimo se encontró con varias empresas que usaban el agua de Maipo y que habían firmado algún compromiso para ser neutros en su uso de agua. En otras palabras, que buscaban devolverle a la cuenca los recursos que le habían sacado. “Pero tenían el desafío de encontrar cómo hacerlo. ¿De dónde sacar esos ahorros de agua?”, comenta Trad. Las piezas se fueron acomodando y Kilimo pudo vincular su software de ahorro de agua con lo que necesitaban las empresas.
Así nació un mercado de agua. O como lo prefiere llamar Trad, un “modelo de intercambio en el que se compensa el esfuerzo por gestionar mejor el agua”. Similar a lo que sucede en los ahora tan sonados mercados de carbono, los agricultores les venden a las empresas el agua que han ahorrado para que estas lo metan en sus cuentas de compensación ambiental. “Al final del año verificamos cuánto ahorró cada productor y se le paga a partir de eso”, asegura el empresario argentino. Usualmente cada productor llega a ganar hasta un 30% más de los servicios que le pagó a Kilimo por el software de ahorro de agua.
John Dutton, miembro del comité ejecutivo del Foro Económico Mundial y Tatiana Malvasio, cofundadora de Kilimo. MICHAEL CALABRO (KEYSTONE)
Entre las empresas que ya se han unido a este modelo ―que ya se empieza a reproducir en varias partes de Latinoamérica― están gigantes como Intel, Microsoft y Google, además de los más de 2.000 productores que entran al proyecto bajo la única condición de que lo hagan de manera voluntaria. “Nosotros nos movemos con la teoría de cambio, por lo que creemos que, si no se le da al agricultor agencia o la posibilidad de elegir vincularse al proyecto, no va a ser exitoso. Es distinto a la filantropía”, asegura Trad.
Aunque Kilimo apenas se fundó en el 2015 y la primera cuenca en la que se probó el piloto de mercado de agua, Maipo, apenas lleva unos meses, la empresa recientemente fue reconocida como ganadora del Desafío Global de Agua Dulce (Enterprise Global Freshwater Challenge), un premio dado por el Fondo Económico Mundial a diez emprendedores alrededor del mundo que están innovando sobre el cuidado del agua.
Por: María Mónica Monsalve S.